Análisis del poema "Explosión" de Delmira Agustini
Adaptación de un trabajo de la Prof. Paola De Nigris
Tema: El tema del poema es la explosión que el yo lírico siente cuando el amor verdadero llega a su vida.El explotar supone una brusca y violenta liberación, que en este caso es de sentimientos enriquecedores para el alma de la poeta llena de amor que siente revolucionada su vida.
Delmira habla de dos tipos de amor, el del sentir y el corporal, es decir, lo mental y lo carnal conjugado en una forma que explota y potencia las ganas de vivir. La poeta había experimentado la imaginación del amor, había pensando qué sería y qué podría significar en ella, pero la explosión trae el cambio, ahora lo siente en el cuerpo, y respecto a eso, nada tiene comparación. A través del amor la vida tiene sentido y por eso no importan las consecuencias de esta “explosión”, rápida, inesperada, descontrolada, e incontrolable.
Estructura externa = forma del poema
El poema está escrito en forma de soneto, es decir, dos cuartetos (cuatro estrofas) y dos tercetos (tres estrofas) con una rima consonante (total) y en versos endecasílabos (once sílabas). La elección de la forma no es inocente.
Estructura interna = contenido del poema
Esta estructura se refiere al contenido del poema, y no deja de estar relacionado con la forma. Podemos pensar que en los cuartetos se plantea la situación que ha descubierto el yo lírico, cómo ha entendido al amor hasta ahora, y cómo lo siente hoy. Y en los tercetos se plantea el presente, resumiendo la misma situación de los cuartetos, pero ahora con toda la fuerza explosiva de sentir en el presente el amor.
Análisis del primer cuarteto;
¡Si la vida es amor, bendita sea!
Quiero más vida para amar! Hoy siento
que no valen mil años de la idea
lo que un minuto azul de sentimiento.
A través del encabalgamiento - cuando un verso continúa en el siguiente- el yo deja aislado y reforzado el marco temporal: “hoy siento”, y esto es subjetivo, por lo tanto no es cuestionable, es personal, de esta manera, qué discurso religioso puede atreverse a desmentir lo que el yo siente.
Los últimos dos versos del cuarteto oponen las dos ideas, la que le han planteado y la que ha descubierto. Esta oposición se vuelve violenta por la fuerza que le da la antítesis:
“que no valen mil años de la idea
lo que un minuto azul de sentimiento.
Si le dieran al yo lírico mil años de vida, pero sólo le permitieran la idea del amor, lo cambiaría, sin dudar, por un solo minuto del sentimiento real, verdadero, aunque eso sólo fuera lo que le quedara de vida.
La palabra “azul” resulta emblemática en el texto. Recordemos que Delmira está influida por el modernismo, y el nicaragüense Ruben Darío ha publicado su libro “Azul” que ha marcado a los poetas de América y España. El color azul luego de esa publicación se ha convertido en símbolo de escritura apasionada, de pasión rebelde y real, también mezclada con la melancolía, de un mundo que los excluye por querer sentir, y expresar como bandera sus sentimientos.
Segundo cuarteto
Mi corazón moría triste y lento...
Hoy abre en luz como una flor febea.
¡La vida brota como un mar violento
donde la mano del amor golpea!
El segundo cuarteto comienza con la personificación del corazón. Lo importante es que representa lo más íntimo y más vital del ser humano, y por lo tanto donde se encuentran, para ese yo lírico, sus sentimientos, que mueren de una tristeza lenta. Esto es lo que ha provocado la idea, una agonía constante e inacabable, hasta este “Hoy”. Para mostrar esta agonía, el yo lírico usa los puntos suspensivos, porque si no hubiera aparecido este “Hoy”, esta nueva forma de sentir, de vivir, de amar, lo único que le hubiera quedado es más agonía, que en el tiempo se prolonga, y también lo hace en el verso, dejando lo que sigue en un futuro, de manera incierta. Pero aparece ese “Hoy”, ese presente rompe con la agonía y vuelve al yo lírico al centro, que suge de esta nueva revelación. Otra vez aparece la antítesis entre la muerte del corazón, y la apertura a la luz. Este nuevo sentir la invita a renacer, a volver a nacer, a volver a una nueva vida. La comparación: “hoy abre en luz como una flor febea”, refiriéndose al corazón, deja entrever la antítesis de la oscuridad de la muerte con la nueva luz que ahora se abre. La imagen “flor febea” muestra la belleza con que el yo visualiza su corazón, frágil, pero hermoso, con un nuevo perfume, con la delicadeza de sus pétalos, y también con lo efímero, pero ¿qué importa si al menos logra abrirse y sentir lo que tanto le fue negado? La palabra “febea” refuerza la imagen de luz. Febo es el dios de la luz en la cultura griega, y uno de los rasgos de estilo del modernismo es utilizar palabras referidas a culturas antiguas, que también los alejaran de la vulgaridad que los rodeaba. Así el yo usa la palabra “febea” y relaciona este renacer con algo divino, mágico, milagroso. Su corazón vuelve a la vida porque alguna divinidad le ha permitido ese milagro.
Los últimos dos versos del cuarteto terminan en una imagen que reafirma la violencia de la explosión a través de la comparación, y la metáfora. “La vida brota” podríamos encuadralo dentro de las figuras metafóricas ya que esta parece tener un movimiento propio, una vida dentro de ella misma que se mueve sin la intervención humana, como una planta que crece sola o una cañería que se rompe el agua inunda todo. Así la vida, lentamente va creciendo en el yo lírico. La comparación de esa vida con el mar violento, nos completa la imagen de lo incontrolable. El amor llama a su corazón, y ya nada puede detenerlo.
¡La vida brota como un mar violento
donde la mano del amor golpea!
Los tercetos
Hoy partió hacia la noche, triste, fría...
rotas las alas, mi melancolía;
como una vieja mancha de dolor
en la sombra lejana se deslíe...
¡Mi vida toda canta, besa, ríe!
¡Mi vida toda es una boca en flor!
El primer verso muestra su condición pasada, su melancolía, su tristeza difusa, su agonía lenta ha terminado, ha partido, ya no es parte de su presente, ha marchado a donde tiene que estar, en la oscuridad en la que ha vivido hasta entonces: “la noche, triste, fría”. Una vez más esta noche la representa en su pasado, por eso es “triste”, porque ese es el sentimiento que la ha ahogado hasta este “hoy”. La frialdad también se había apoderado del yo lírico, que no tenía otra opción hasta ahora de mantenerse aislada del calor humano, porque no le estaba permitido, ya que el amor no era más que una idea, y no una vivencia.
Una vez más, los puntos suspensivos sugieren la partida, el verso queda suspendido, y parece como si el yo viera partir esa tristeza, esa noche, esa frialdad a un mundo que ya no le pertenece.
rotas las alas, mi melancolía;
como una vieja mancha de dolor
en la sombra lejana se deslíe...
Lo que parte es la melancolía que parecía tener las alas rotas, es decir, el desencanto parecía no poder desaparecer jamás de ella, lo que le hacía pensar que no existía ninguna esperanza de algo diferente. Esta melancolía está animalizada al hablar de sus alas rotas. Esto hace más milagroso la llegada del amor como algo real. Compara esa melancolía con “una vieja mancha de dolor”, pensando siempre que la mancha se relaciona con la oscuridad y que se contrapone con la luz que ahora ella siente en su corazón. Es “vieja” porque la conoce desde siempre, y porque ya no tenía esperanza de que desapareciera. Al ser vieja, también era más difícil de quitar de su alma, y esto se vuelve trágico si pensamos que lo que esa mancha significa es “dolor”. La melancolía, arraigada a ella sólo podía producir un dolor lento, molesto, indefinible.
¡Mi vida toda canta, besa, ríe!
¡Mi vida toda es una boca en flor!
El último verso es una metáfora de lo que significa estar viva: “es una boca en flor”, su actitud ahora es la de tomar la vida, gustar de ella, besarla, amarla. Y el estar “en flor” implica el nuevo nacimiento que ahora está experimentando en el mejor momento de su vida, en el más bello, en el que vale pena vivirla, porque está brotando y abriéndose a ella.
Comentarios
Publicar un comentario